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Mensaje por Drmr2093 Lun Mayo 13, 2013 7:56 pm



El Deseo de vivir.

Capitulo 2.- "Mi Nuevo Director... ¿Quiere asesinarme?"

El Deseo de Vivir - Capitulo 2. El-deseo-de-vivir-portada-635221

Notas:

Hola, se que demore bastante en la redacción de este cap 2, pero la razón es que quería que quedara impecable, ya el cap 3 sera mas rápido... (creo) ya que sera la revelación de muchas cosas, y el agregado de otro misterio al cual podríamos llamar el primer arco, les recuerdo que esta historia es un "Crosover", asi que no se sorprendan cundo salgan distintos personajes que de seguro conocerán. Bueno eso es todo de momento disfruten el capitulo y como siempre estoy libre a opiniones.


Sinopsis:

Naksu Sivid, es un chavo de 18 años de edad, al cual le han estado llegando unas extrañas cartas durante un mes, el en un principio piensa que lo mejor es ignorarlas, pero en cierto momento su curiosidad lo sobrepasa, y busca sobre todo saber el detrás de esas cartas, y es hay donde su vida cambia para siempre, al salir en la madrugada en búsqueda de respuestas.


Lista de Capítulos:


1) Una Chica se me confiesa a la mitad de la noche. Leer aqui
Arrow 2) Mi nuevo director... ¿quiere asesinarme?
3) Un gatito tiene todas las respuestas. (Próximamente)


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Redacción:


¿Crees en las coincidencias?, de ser así, ¿qué tan frecuentes crees que pueden ser? ¿Podrías afirmar que incluso pueden darse de tal grado que seis grandes momentos que decidirán tu vida se junten en menos de 10 minutos? ¿En verdad crees que eso es posible? ¿O tal vez deba de usar otra palabra?
Era un cuarto completamente oscuro, a tal grado que no se podían ver donde terminaba. Podía oírse el eco al caminar por aquel extraño lugar, en el centro un as de luz caí directamente sobre una hermosa chica de largo cabello verde y una brillante piel pálida. Sus ojos eran azules y parecían brillar, similares a un par de esmeraldas. Su ropa era solo una camisa gris sin mangas, la cual hacía resaltar su pequeño pecho. Tenía una falda sin detalles negra que llegaba justo por encima de sus rodillas. Ella se encontraba absorbida en catorce monitores de computadora diferentes, mientras sus manos masacraban su teclado sin darle un segundo de descanso.
Camine lentamente hasta ella, pero cuando estaba a punto de alcanzarla, dejo de teclear repentinamente y me volteó a ver. Al principio su cara reflejaba una hermosa sonrisa, pero al verme esta se desvaneció, dejando sólo una cara de confusión.
- ¿Naksu? – Dijo la linda joven mientras me observa detenidamente.
- Ho… Hola – si esa fue mi brillante contestación.
- ¿Qué le paso a tu cicatriz? Espera un segundo ¿no me digas?
Me quede más confundido que nunca… ¿cicatriz? Yo no tenía ninguna cicatriz que pudiera recordar en este momento. La confusión se había apoderado de mí, y lentamente me perdía en mis pensamientos buscando una respuesta, pero en ese momento los gritos de rabia de la chica me regresaron a la realidad. Aquella jovencita hacia volar las teclas de su computador, mientras no despegaba sus ojos de las pantallas y comenzaba a gritar.
- ¡Esa zorra! Le dije… Naksu esa puta zorra sólo te traerá problemas, debes olvidarla… pero él “no, no, no, cómo crees, ella sería incapaz…” sí, incapaz, sólo ve lo que te hizo esa malagradecida… – su voz estaba llena de ironía y rabia, una horrible combinación en la voz de una mujer.
- Disculpa ¿qué está pasando aquí? – me las arregle para preguntar.
- Bueno – lanzo un largo suspiro, y se relajó un poco – Tú sigues siendo Naksu… supongo – podía escuchar un poco de decepción en sus palabras.
Intente acercarme a la chica pero cuando di un paso asía ella… desperté, tenía el cuerpo cubierto de sudor por alguna razón, mi corazón estaba completamente agitado. Me senté y coloque la mano en la frente intentando relajarme. Fue entonces cuando volví a la realidad al sentir el vendaje en mi mano.
Ayer en la madrugada, una bola de fuego que salió de la nada había quemado mi mano. Ya en la tarde había ido al hospital al ya no poder soportar el dolor, simplemente había dicho que me queme cocinando, nadie más me preguntó. Sólo vivo con mi tío Armando, al cual realmente no le importo.

Muchos estarían aterrados con todo lo que me paso la noche anterior, pero yo por otro lado… Bueno sólo digamos que lo único que llenaba mi mente era un sinfín de preguntas. Había pasado toda el día de ayer y la madrugada de este día buscando respuesta, pero lo único que pude saber fue que aquella persona que murió, alcanzada por aquel rayo era mi director de la escuela. Si se preguntan por el pergamino, la verdad es que no decía nada importante, para ser precisos sólo era la mitad del pergamino, probablemente del tamaño de una hoja de máquina, y su contenido no era muy especial, en el centro de él sólo se podía leer la mitad de una palabra “SE…” y lo que podría ser una “I” o una “R”, o algo similar.
Arrastraba los pies como podía a través del pavimento con el único objetivo de llegar a la escuela después de una noche en vela. Ciertamente el sueño estaba ganando la batalla, mi cuerpo apenas reaccionaba. Por suerte para mí, Fer, mi mejor (por no decir única) amiga llego saltando sobre mi hombro devolviéndome un poco de conciencia.
- O… o… ¡Hola! – Grito estruendosamente justo en mi oído
- Eres más escandalosa que de costumbre.
- Es que veras, ayer en la noche me paso algo de lo más sorprendente, mi padre llego de su viaje de negocios y mira lo que me trajo – de su bolsa saco un extraño oso de peluche de color negro, sus ojos de botón eran amarillo y los hilos que lo unían eran del rojo más escandaloso que pudieras imaginar, el cual restregó por toda mi cara – ¿No es hermoso? Se llama Andre.
- Huy sí, bastante – conteste con ironía
“Vaya hasta los peluches tienen nombres más normales que el mío” pensé en ese momento. No me malentiendan, Fer es una de las personas a las que más le tengo aprecio. Es una niña de cara y rostro pequeños, y su peinado hasta los hombros no le ayuda mucho. Es delgada y su cuerpo es bastante atlético, mas sin embargo no se le puede comparar a la chica de la otra noche en lo más mínimo, además, como ya habrán notado, por alguna extraña razón está obsesionada con los osos de peluche. Prometo que algún día les podre decir el porqué, pero de momento tendrán que conformarse con un gran “No tengo la menor idea”.
- ¿Sucedió algo Naksu? – pregunto Fer mientras seguíamos caminando
- ¿Por qué lo dices?
- Porque tienes esas grandes ojeras en tu cara otra vez, eso sólo quiere decir que te desvelaste, y la única razón por la que te desvelas es que hay una pregunta que no te deja dormir – Sonrió ampliamente.
- Bueno, algo así, pero no te preocupes no pasa nada – tampoco es que me fuera a creer.
Me da miedo lo bien que me conocía, pero era de esperarse después de todo tengo 10 años de conocerla. El resto del camino hablamos de cosas sin importancia, apenas y tocamos el tema del director calcinado, más que nada porque yo lo evadía, no me apetecía mucho hablar de ello. Aunque durante todo el camino me di cuenta como Fer no dejaba de ver mi mano vendada, como

si quisiera preguntarme que me paso, pero pareciera que algo dentro de ella le impidiera hacerlo. Ella es así, por eso no le di mucha importancia.
Cuando llegamos a la escuela todo parecía seguir con total normalidad, un gran moño negro colgaba de la entrada, y los megáfonos anunciaban que fuéramos al gimnasio para la ceremonia solemne del difunto director. Mas sin embargo, parados justo en medio de la entrada, se encontraba un chico joven de alrededor de 25 años, de cabello naranja y unos pequeños y curiosos lentes que descansaban sobre su nariz. Una niña pequeña de unos 6 años, de largo cabello rubio, la cual usaba una curiosa boina francesa de color café, le sujetaba la mano. De momento no les di mucha importancia, pero cuando cruce a su lado, estoy seguro que pude escuchar a la niña decir “¿Ese es el chico?”.
Algo dentro de mí me dijo que me diera media vuelta y regresara a mi casa, mas sin embargo una vez más, mi brillante curiosidad me lo impidió.
La ceremonia prosiguió con total normalidad, yo me dormí más de la mitad. Pero fue al final cuando algo llamo mi atención. La subdirectora se puso de pie y tomo el micrófono, era fácil ver que se encontraba algo molesta.
- Como pueden saber, la escuela no se puede quedar sin director. Es por eso que la oficina central de educación –hiso una pequeña pausa para controlar su ira. Supongo que ella quería el puesto – ha mandado al señor Roland Armada.
El gimnasio se llenó de los aplausos habituales mientras que un hombre se levantaba de los asientos de enfrente y subía a taburete para tomar el micrófono. Cuál fue mi sorpresa al ver al hombre que había estado parado en la entrada de la puerta, recibir el micrófono, proclamándose como nuestro nuevo director.
- Hola chicos, como ya se enteraron mi nombre es Roland Armada. Pueden llamarme solo Roland si quieren. Bueno este es la primera vez que estoy a cargo de una escuela, así que no tengo ni la más mínima idea de que hacer, pero les aseguro que haré todo lo que este en mis manos para hacerles su vida escolar mucho más fácil.
Era una persona extraña, para ser director toda su ropa estaba desalineada, sin mencionar que solo era una playera y un pantalón de mezclilla. Grandes fueron las carcajadas, cuando nuestro nuevo director callo de boca al intentar bajar del taburete, a lo que él solo respondió con más risa cuando se levanto.
La ceremonia concluyo, y el día prosiguió con normalidad. No pude prestar la más mínima atención a mis clases, mi mente estaba revuelta de preguntas. Bueno seré honesto, me quede dormido en casi todas ellas. Durante el receso me senté junto a Cervantes y Homero, mis dos grandes amigos, a ambos los conocía desde la escuela primaria, Cervantes era un hombre alto casi de dos metros, cabello castaño oscuro y una piel ligeramente bronceada. Por otro lado estaba Homero, él era casi de mi altura (un metro setenta y cinco) su cabello rubio maltratado era su

toque distintivo a la par de su actitud despreocupada. Éramos un trio singular, o por lo menos en mi mente así lo era.
Cuando termine de comerme mi almuerzo el cual sólo consistía en un sándwich, decidí ir al baño. Yo lo ignoraba pero cuando volviera a ver a mis fieles escuderos, todo sería diferente… Perdón, más bien yo sería diferente.
Entre al baño e hice lo que tenía que hacer, lave mi cara con un poco de agua para despertar, mirando las terribles ojeras que la falta de sueño había dejado tallado en mi cara, empecé a divagar. No quería admitirlo pero estaba asustado, siempre pensé que si la “aventura” tocara a mi puerta yo la recibiría con los brazos abiertos, pero aquí estaba y una parte de mi quería huir. Maldecía cada segundo en el que pensé en ir a aquel lugar. Aunque por otra parte yo sabía que jamás podría vivir sin conocer las respuestas, me conocía lo suficiente como para saber que el volver a tener dudas acabaría con mi vida. Agite mi cabeza y trate de pensar en nada aunque sea solo por el momento y salí del baño. De inmediato me di cuenta que algo andaba mal, yo entre al baño del primer piso pero por alguna razón ahora estaba en el cuarto, lo más curioso es que en ese piso se supone que no hay baños.
Camine lentamente a través del pasillo intentando buscar una explicación pero por alguna razón, el pasillo se hacía eterno no importaba cuanto caminara no parecía llegar a ningún lado. Fue en ese instante cuando una voz me llamo por la espalda, de momento no la reconocí a pesar que me sonaba familiar.
- Niño no creas que es nada personal, realmente no quiero hacer esto pero… bueno, para no hacértelo tan largo. Tengo que matarte – su voz se oía alegre como si estuviera jugando… como si todo fuera una broma.
Voltee rápidamente y fue cuando lo vi, era el nuevo director quien me miraba contento a través de sus pequeño lentes, mientras jugaba con el cuchillo de cocina que tenía en la mano. Se dice que una persona puede sentir el instinto de matar de otro ser vivo, siempre pensé que era una patraña, pero ahora no podría negarlo, a través de su fina sonrisa y rostro alegre podría sentir un miedo inaudito, podía sentir como deseaba arrebatar mi vida. Por ello hice lo único que pude… ¡Correr¡
Corrí a través del pasillo sin siquiera poder ver el final. Gritaba pero nadie respondía. El director caminaba atrás de mi pero sin importar que yo fuera corriendo la distancia que nos separaba no parecía aumentar, perdía la paciencia, pero no podía morir no sin antes conocer las respuestas. No iba a fallar nuevamente.
Fue cuando lo vi el salón “3-06”, el grupo de Fer, ella siempre dejaba su celular en su mochila durante el receso, algo de “Nadie debe molestarme mientras como” o algo así, aunque eso no era lo importante lo que realmente me interesaba es que podía entrar al salón, sacar el teléfono y pedir ayuda. No lo pensé dos veces y entre rápidamente al salón.

Cual fue mi sorpresa al ver que lo que tenía que ser un aula, por alguna razón era una extraña escalera en forma de caracol de mármol. No podía entender que hacia allí pero no tenía tiempo de pensar si es que quería vivir, así que baje la escalera lo más rápido que pude, pero por alguna razón no podía oír o ver al joven de cabello naranja. Cuando llegue al final una cortina bloqueaba mi paso, cuando la cruce inexplicablemente llegue al gimnasio, donde había sido la ceremonia. Aún estaba las sillas regadas por el piso, pero no había nadie. Volteé a todos lados buscando que hacer, fue en ese instante cuando de plano supe que la lógica no me iba a servir. Encima del taburete, la pared de cemento solido comenzaba a temblar como si de gelatina se tratara. Y justo en medio, una puerta fina de roble oscuro apareció, después todo se detuvo, y cualquiera diría que la puerta siempre hubiera estado allí. Segundos más tarde la puerta se abrió dejando pasar a mi perseguidor. Yo corrí inmediatamente hacia la puerta del gimnasio la cual, en teoría, debía conducirme al exterior.
No me sorprendí mucho al ver que aquella salida me condujo a una especie de oscura bodega, en cierto modo ya me lo esperaba, tome lo primero que vi, lo cual fueron unas pilas de silla y trabe la puerta. Luego seguí corriendo a través de la extraña bodega. Pero de repente dejé de avanzar. No importaba que tan rápido corría no lograba avanzar, fue entonces cuando voltee abajo. Lo que hasta hace unos segundos había sido concreto ahora era una cinta trasportadora, como las que hay en las máquinas de correr o en los supermercados. Obviamente mi cuerpo comenzó a cansarse y lentamente la cita comenzó a jalarme hacia atrás, hasta que no pude más y tropecé, llevándome rápidamente hacia donde había entrado, hasta dejarme justo a los pies del director, quien parecía esperarme. Giré rápidamente y me levante tomando un tubo de metal que se encontraba en el piso, de inmediato me lance sobre el hombre intentando golpearlo pero centímetros antes que el tubo lo tocara éste simplemente se volvió agua empapando su camisa.
No podía creerlo, pero no tenía opciones así que intente golpearlo con el puño pero él me esquivo fácilmente y lanzo su cuchillo contra mí. Apenas lo pude esquivar, aunque realmente si alcanzo a cortarme ligeramente por encima del ojo. Ya sabía que no podía huir así que si quería vivir, de alguna forma tenía que neutralizar a mi agresor, y de esa forma, nos enfrascamos en una especie de pelea. Llamarlo pelea seria exagerar yo sólo lanzaba golpes a lo loco mientras él los esquivaba fácilmente mientras me hacía pequeños e insignificantes cortes a lo largo de mi cuerpo. Después de un par de minutos yo sabía que no podía ganar, pero aun así no me rendí. Mire directamente al director a los ojos y alce de nuevo mi puño. Yo estaba seguro solo de una cosa ¡que no quería morir en ese lugar!.
- ¡Alto!, pequeñín. Vaya que tienes coraje – dijo en un tono jovial el extraño director–. Puedo ver por tu mirada que te aferraras a la vida sin importar nada, muchos ya hubieran caído presas del pánico después de ver todo esto, pero tú no y eso me intriga, así que vamos a hacer algo, te voy a hacer una pregunta y si me gusta tu respuesta te dejare vivir, ¿de acuerdo?
Estaba exhausto así que cuando el empezó a hablar inconscientemente detuve el golpe, y me limite a escuchar. Al final no conteste nada, sólo me quedé a observar y esperar que prosiguiera.

- La pregunta es simple… ¿por qué no quieres morir? – dijo el director después de unos segundos.
Qué clase de pregunta era esa, nadie quiere morir… ¿verdad? Eso fue lo primero que pensé. Entonces me di cuenta que si decía la verdad era la única esperanza que me quedaba, así que reflexione por un instante. Primero pensé que por mi familia, pero mis padres habían muerto hace tiempo, y mi tío no era precisamente una persona a la que le guardaba afecto. Mis amigos eran muy importantes para mí, pero ¿eran ellos lo que me anclaran a esta vida? Fue en ese instante cuando me di cuenta de lo que en verdad me mantenía con vida y lo grite sin dudar.
- ¡Hay muchas preguntas a las que no tengo respuesta, no puedo morir sin saber la verdad! – grite con todas las fuerzas que pude. Esas palabras marcaban mi determinación. Marcaban mi existencia.
- Vaya, vaya – una risa fuerte siguió a sus palabras, hasta que se pudo controlar – que respuesta más… ¡perfecta!
- ¿Entonces? – no pude ocultar mi emoción.
- Entonces tengo otra pregunta que hacerte… ¿tu Naksu Sivid quieres ser mi primer y único Alumno? – dijo con entusiasmo mientras me señalaba directamente.


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