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Mensaje por SanctusDeiRequiem Miér Jul 03, 2013 10:13 am

23 de septiembre / 7:15 am
Jeff y su hermano Liu bajaron a desayunar. No tardaron demasiado, pues a ninguno de los dos les apetecía llegar tarde el primer día de clase. De camino al instituto, un chico montado en un monopatín se detuvo ante ellos. Parecía tener unos 15 años; uno menos que Jeff, dos menos que Liu.
– Bien, bien... – dijo aquel chico. – Parece que tenemos un poco de carne nueva por aquí.
Tras esas palabras, otros dos chicos aparecieron y se acercaron al del monopatín. Los dos hermanos vieron entonces que se habían topado con una banda de matones. El chico del monopatín habló de nuevo:
– Este es Troy – dijo señalando al más corpulento. – Él es Keith – dijo señalando al otro, más delgado. – Y yo soy Randy.
– ¿Se puede saber que queréis? – preguntó Liu.
– Verás – respondió Troy, – todos los nuevos deben pagar un pequeño precio.
Dicho esto, le robó la cartera a Liu. Jeff se plantó delante de él e intentó poner las cosas en su lugar:
– ¡Devolved eso ahora mismo si no queréis que...!
Antes de que Jeff pudiese terminar la frase, Randy sacó una navaja de su bolsillo y lo amenazó.
– ¿Qué vas a hacer? – dijo Randy, muy seguro de sí mismo.
A Jeff le temblaban las manos. Esa sensación de anoche había vuelto.
Jeff le agarró la muñeca a Randy y se la rompió. Le dio un puñetazo en la nariz que le hizo caer al suelo, y aprovechó para quitarle la navaja. Troy corrió hacia él, pero Jeff fue más rápido y le rompió un brazo. Keith apareció tras Jeff, pero él lo dejó fuera de combate tras apuñalarle en el brazo con la navaja de Randy.
Liu se había quedado boquiabierto; jamás habría pensado que su hermano era capaz de hacer lo que había hecho.
– Será mejor que nos vayamos, Liu – dijo Jeff, respirando con dificultad.

7:57 pm
Jeff estaba buscando su nombre en la lista. Aun no tenía claro cuál era su clase cuando una mano rozó su hombro. Al dar media vuelta, Jeff fue perfectamente capaz de reconocer a la persona que le había llamado la atención:
– Corrígeme si me equivoco – dijo Jeff algo sorprendido. – ¿Eres la chica de ayer?
– Lo soy. Sígueme, vamos a la misma clase.
– Claro... – respondió Jeff algo nervioso.
Jeff siguió a esa chica por los pasillos del instituto. Tenía algo más que preguntarle antes de abrir las puertas de la clase.
– Todavía no sé tu nombre.
La chica sonrió y dijo:
– Me llamo Emilia.

3:32 pm
Al terminar las clases, Jeff y Emilia volvieron juntos a casa. Él la acompañó hasta su puerta y, antes de despedirse, hizo la típica pregunta:
– ¿Nos vemos mañana?
– Si no te han arrestado sí – respondió ella.
Jeff se quedó sin palabras ante aquella contestación. Emilia había sido testigo de la pelea de aquella mañana. La joven puso sus manos sobre los hombros de Jeff y le susurró al oído:
– No te preocupes. Sé guardar un secreto.
Y dicho esto, entró en su casa.
Jeff estaba nervioso; no sabía si podía fiarse de Emilia. Dio media vuelta y corrió hacia su casa con la carga de una gran preocupación. Al entrar por la puerta, su madre lo recibió y le preguntó qué tal le había ido el día. Jeff intentó parecer tranquilo y respondió de un modo un tanto siniestro:
– ¡Ha sido un día maravilloso, mamá!

9:25 pm
– ¡Jeff! ¡Baja aquí ahora mismo! – gritó Margaret, la madre de Jeff.
Jeff bajó hacia el recibidor y vio a su madre hablando con unos agentes de policía. Intentó disimular su preocupación lo mejor que pudo, pero sabía que se había metido en un buen lío.
– ¡Jeff! – exclamó su madre. – Estos hombres me han dicho que esta mañana te has peleado con unos chicos y que uno de ellos ha sido apuñalado. ¡Apuñalado, Jeff!
Jeff sabía que no podía seguir escondiéndose. Decidió confesar la verdad:
– Es cierto. Soy el culpable de todo esto.
– Hijo... – dijo uno de los agentes de policía. – Parece que te espera un año entre rejas.
Antes de que Jeff saliese por la puerta de su casa junto a los agentes de policía, Liu intervino en la situación:
– ¡Está mintiendo! Fui yo que hizo eso.
– ¿Se puede saber que estás haciendo? – preguntó Jeff confundido.
Liu sacó la navaja de Randy de su bolsillo y se la mostró a los agentes. Afirmó que, tras la pelea, la había cogido “por si acaso”.
– Esos matones nos intentaron atracar – dijo Liu. – Esta navaja era de uno de ellos. Yo solo intenté defenderme.
Los agentes liberaron a Jeff y agarraron a Liu por el brazo.
– ¡Dejadlo! – gritó Jeff. – ¡Liu, di que estás mintiendo! ¡Yo soy el culpable!
– Jeff, Liu ha demostrado que él es el auténtico culpable de todo esto – dijo su madre. – Deja ya de mentir.
Jeff observó impotente como los agentes de policía se llevaban a Liu de su lado.
Cuando Peter, el padre de Jeff, llegó a casa y vio el rostro triste de su hijo, preguntó por lo sucedido. No obtuvo ninguna respuesta por parte de Jeff; él simplemente se limitó a encerrarse en su cuarto.
Estando en la cama, Jeff le siguió dando vueltas al asunto. Lo más probable es que alguien que les hubiese visto les hubiese denunciado. ¿Pero quién? ¿Había realmente alguien que supiese lo sucedido? Sí, lo había.
Emilia.
Por su culpa se habían llevado a su hermano.

24 de septiembre / 7:15
Cuando Emilia salió de su casa, Jeff se plantó ante ella y la empujó contra la pared.
– ¿Se puede saber cuál es tu problema? – gritó Emilia.
– ¡Tú eres mi problema! ¡Por tu culpa mi hermano está ahora entre rejas! ¡Me habías dicho que no se lo contarías a nadie!
Emilia empujó a Jeff y lo abofeteó con tal fuerza que le hizo caer al suelo. Lo agarró por el cuello de la camisa y le dijo:
– ¡Idiota! ¿No has pensado en que podrían haber sido ellos quienes te denunciaron?
– ¿Ellos?
– Sí, ellos. Randy y los dos otros idiotas que iban con él.
– ¿Los conoces?
– Estuve en coma por su culpa. Me rompió un ladrillo en la cabeza cuando me metí en una pelea entre él y mi hermano, pero... Eso fue hace tiempo.
Jeff se sintió avergonzado por haber acusado a Emilia de algo que no había hecho. Ella también había sido una víctima de los “juegos” de esos matones, y eso le hizo ver que no estaba tan solo como creía. Emilia ayudó a Jeff a levantarse del suelo.
– Jeff... – dijo Emilia. – Eres la primera persona que se ha interesado en hablar conmigo en los últimos tres años. Yo nunca te habría denunciado por haberle hecho daño a alguien como Randy. Ese punk se lo merecía.
– ¿No hicieron nada con él cuando te partió el ladrillo en la cabeza?
– Nadie se preocupó por ello.
Jeff se apoyó a la pared y pensó en todo en aquel asunto. Como todo cobarde habría hecho en aquel mismo momento, echó a llorar, aunque había intentado evitarlo. Emilia puso su mano sobre su hombro.
– Perdón por si... te he hecho daño antes... – dijo Jeff con lágrimas en sus ojos.
– Descuida. Sé como te sientes, Jeff.
Tras esa dramática escena, Jeff y Emilia fueron a la escuela sin perder más el tiempo.
No es necesario seguir redactando los hechos de los siguientes días uno por uno, pues tan solo cabe destacar que Jeff y Emilia fueron íntimos desde entonces. Apenas había llegado al nuevo vecindario y Jeff ya tenia a alguien en quien confiar, alguien a quien podía pedirle ayuda cada vez que lo necesitase. Lo mejor de todo aquello, era que cada vez que estaba con Emilia, todos los problemas de Jeff parecían desaparecer.
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