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Mensaje por SanctusDeiRequiem Miér Jul 03, 2013 10:15 am

28 de septiembre / 10:23 am
Margaret entró en el cuarto de su hijo y abrió las ventanas. Jeff se tapó la cara con la manta cuando la luz del Sol lo iluminó.
– ¡Jeff! ¡Levántate! ¿No sabes que día es hoy? – dijo Margaret.
– Sábado.
– ¿Y? – dijo su madre, buscando una respuesta más precisa.
– ¿El día de tocarle las narices a Jeff?
Margaret le quitó la manta a su hijo y la guardó en el armario. Se sentó en la cama junto a Jeff y lo miró con aquellos ojos azules que su hijo había heredado.
– Hoy es el día de la fiesta de cumpleaños de Billy, Jeff – dijo ella.
– Mamá... ¿No pretenderás que vaya a esa fiesta después de...?
Hubo una incómoda pausa tras esas palabras. La madre de Jeff se levantó de la cama y antes de salir de la habitación dijo:
– Jeff, sé que las cosas no han salido tal y como esperábamos, pero no dudes en que todo empezará a cambiar en poco tiempo. Ahora vístete. Catherine me ha llamado, y me ha dicho que Emilia también irá a esa fiesta. Date prisa; a una dama no se le hace esperar.
– ¡Mamá! – gritó Jeff sonrojado. – ¡Es solo una amiga!
– Eso es lo que dices ahora.
Jeff se levantó de la cama y abrió el armario. Eligió unos pantalones y una camisa al azar y se vistió. Cuando bajó las escaleras, vio, sin embargo, que sus padres se habían vestido muy elegantemente.
– ¿Vamos a un cumpleaños infantil o al del alcalde? – dijo Jeff haciendo broma.
– No digas tonterías – le respondió su padre. – Todos van a ir muy elegantes.
– Ve a cambiarte Jeff – le dijo su madre. – No pretenderás ir así, ¿verdad?
Jeff subió a su cuarto para cambiarse otra vez. Al abrir el armario, vio un pantalón negro que guardaba para ocasiones especiales, pero no encontró ninguna camisa que combinara. Encontró, sin embargo, una sudadera blanca. Tras haberse cambado, volvió a bajar. Su madre lo miró con desaprobación.
– ¿Vas a ir así? – hizo una pausa para mirar al reloj. – Ah, da igual. No te da tiempo a cambiarte otra vez.

11:01 am
Los Blalock llamaron a la puerta de la casa de Bárbara, quien les atendió con alegría. Jeff buscó a Emilia con la mirada, y la vio sentada en una silla escuchando música con su móvil. Fue hacia ella y la saludó. Vio que ella tampoco iba vestida como una madame; seguía con su look habitual.
– ¿A ti también te han obligado? – preguntó Jeff riendo.
– Sí. ¿No es evidente?
Ambos rieron al unísono. Jeff vio que los niños de la fiesta estaban en el jardín, disfrazados de vaqueros y fingiendo que se disparaban con pistolas de plástico. Todo aquello parecía demasiado tranquilo.
Pero no todo puede ir tan bien como parece.
De pronto una piedra golpeó a Jeff en la cara. Por suerte, no lo dejó inconsciente, pero por poco lo consigue. Cuando se hubo recuperado del golpe, vio que Randy, Troy y Keith habían saltado la valla del jardín. Ahora caminaban hacia él y Emilia. Randy miró a la chica y acercó su rostro al suyo.
– Me sorprende que sigas siendo tan guapa, Emilia – dijo Randy.
– A mi no sorprende que sigas siendo un idiota, Randy – respondió Emilia sin miedo alguno.
Randy ignoró a Emilia tras esa contestación, y entonces le habló a Jeff:
– Tú y yo tenemos asuntos pendientes, Jeff.
– Lo sé. Por tu culpa mi hermano está entre rejas.
– Ya ves que lástima me da.
– ¡Sois una mierda! – gritó Jeff furioso.
Jeff se lanzó sobre Randy y ambos cayeron al suelo. El punk le dio un puñetazo a Jeff en la nariz, y él se defendió agarrando el pelo de Randy y dándole cabezazos contra el suelo. Se empujaron el uno al otro para mantenerse lejos por unos segundos y entonces se levantaron. Los niños que estaban jugando en el patio corrieron hacia sus padres, quienes seguían dentro de la casa. Emilia observaba la situación con una expresión facial que no iba asociada a ningún sentimiento en particular. Cuando los padres acudieron al jardín, Troy y Keith sacaron pistolas de sus bolsillos y gritaron al unísono:
– ¡Será mejor que nadie nos interrumpa!
Randy sacó un cuchillo de su bolsillo y apuñaló a Jeff en el hombro. Él cayó de rodillas, incapaz de moverse, mientras Randy le daba patadas en la cara. Tras la tercera patada, Jeff le agarró el pie a Randy, haciéndole caer al suelo. Cuando intentó levantarse, alguien lo levantó por el cuello de la camisa hasta dejar de estar en contacto con el suelo.
Randy abrió los ojos y la vio.
Emilia.
La joven escritora sacó una pluma estilográfica del bolsillo y se la mostró a Randy.
– Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego. ¿Conoces esta frase? – preguntó Emilia amenazante.
– ¡Suéltame! – gritó Randy.
– Te he hecho una pregunta, idiota.
– ¡No! ¡No conozco esa frase! ¿Se puede saber que vas a hacer? ¡Estás loca!
– Todos lo estamos.
Dicho esto, Emilia le clavó la pluma estilográfica en su ojo izquierdo. Randy gritó de dolor, mientras la sangre empezaba a brotar de esa gran herida. Emilia simplemente se limitó a observarle con una expresión hierática. Esa era la venganza que la escritora le tenía reservada a Randy. Jeff se levantó y puso su mano sobre el hombro de la chica.
– Apártate, Emilia – dijo Jeff con la voz ronca.
– ¡Imbécil! ¡Deberías darme las gracias!
– No quiero que te pase nada por culpa de estos idiotas, ¿entiendes? – gritó Jeff. – Deja de meterte, esta es mi pelea.
Emilia arrancó la pluma estilográfica del ojo de Randy y dio media vuelta para irse, pero antes de que pudiese retirarse, Troy le dio un puñetazo en la cara que le hizo sacar sangre por la boca.
– ¡Déjala! – gritó Randy. – Esa tía es más dura de lo que parece.
Emilia se levantó sin dificultad. Miró a Troy y le escupió la sangre del golpe a la cara. Jeff observó como Emilia se alejaba de ellos.
– Gracias, Emilia… – susurró Jeff.
Randy se tapó el ojo herido atándose un pañuelo de tela en la cabeza. Volvió a acercarse a Jeff sin miedo alguno y le dijo:
– Estás perdido sin ella, chaval. ¿Qué vas a hacer ahora?
Troy atacó por la espalda; le agarró el cuello a Jeff y lo lanzó al suelo con fuerza. Randy le dio repetidas patadas en la cabeza hasta que Jeff empezó a toser sangre.
– ¡Vamos, Jeff! ¡Pelea conmigo!
Randy tomó una botella de Vodka que había sobre la mesa del jardín y la rompió en la cabeza de Jeff.
– ¡Pelea! – gritó Randy. – ¿Vas a quedarte ahí sin hacer nada mientras tu hermano se pudre en la prisión durante un año entero?
– ¡Deberías avergonzarte, hijo de puta!
Jeff se levantó con dificultad, mirando a Randy con odio.
– ¡Oh, por fin! ¡Parece que ya quieres pelear! – dijo Randy, riéndose de él.
Jeff estaba débil, y su rostro estaba cubierto por sangre y por el alcohol del Vodka. Una vez mas tuvo esa extraña sensación, la que no había sentido durante un tiempo. Ahora era más fuerte que nunca.
– ¿Tienes miedo, Jeff? – insinuó Randy.
En ese momento algo sucedió dentro de Jeff.
Su mente se rompió; todo pensamiento racional fue destruido, y todo lo que podía hacer era causar daño a quienes se lo habían causado a él.
Jeff agarró a Randy por el cuello de la camisa y lo lanzó al suelo. Lo golpeó directamente en el corazón, haciendo que se detuviese por momentos. Randy jadeaba e intentaba tomar aire, pero Jeff no cesó; siguió golpeándole hasta que la sangre brotó de su cuerpo. Randy tomó un último aliento y murió ahí mismo.
Todo el mundo estaba mirando a Jeff; los padres, los niños, Emilia e incluso Troy y Keith.
– ¡Emilia! – gritó Catherine. – ¡Será mejor que nos vayamos!
– ¡Ni hablar! – respondió Emilia con una voz que no era la suya. – Quiero ver cómo termina todo esto.
Troy y Keith lloraban la muerte de Randy, y sabían que si no hacían algo ellos serían los siguientes. Ambos apuntaron sus armas hacia Jeff. Él fue capaz de reaccionar a tiempo y escapar de los punks antes de que disparasen, pero ya contaba con que le seguirían. Entró en la casa y subió por las escaleras. Troy y Keith ya habían gastado todas sus balas. Jeff entró en el baño seguido por los matones y arrancó el estante de la toalla de la pared. Troy intentó atacar a Jeff con una navaja, pero Jeff le golpeó la cabeza con el estante y lo dejó inconsciente. Ahora solo quedaba Keith...
Él era más ágil que Troy. Agarró a Jeff por el cuello y lo empujó contra el estante, haciendo que un recipiente lleno de lejía cayese sobre ellos. Ambos gritaron de dolor, pues la lejía entró en contacto con sus ojos. Jeff se secó los ojos lo mejor que pudo y volvió a golpear a Keith. Sin embargo, el punk soltó una risa casi imperceptible.
– ¿Qué es tan gracioso? – preguntó Jeff.
– ¿No lo ves? Estás cubierto por alcohol y lejía.
Keith sacó un mechero de su bolsillo. Lo encendió y se lo lanzó a Jeff. Tan pronto como la llama entró en contacto con él, Jeff empezó a arder. Trató de extender el fuego, pero no le sirvió de nada. El alcohol había hecho un infierno en él. Corrió por el pasillo y cayó por las escaleras. Todo el mundo empezó a gritar al ver a Jeff, ahora un hombre en llamas, tirado en el suelo, medio muerto. Lo último que vio Jeff fue a sus padres, Emilia y los demás tratando de apagar el fuego. Fue entonces cuando perdió el conocimiento.
SanctusDeiRequiem
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Bestia Mitica
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