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Mensaje por SanctusDeiRequiem Miér Jul 03, 2013 10:23 am

25 de diciembre / 1:30 am
La Navidad había llegado. Como es de esperar, Emilia se sintió obligada a echar a Jeff de su casa tras haberla besado inesperadamente, pero a la vez sabía que aquel beso le había hecho sentir cosas que nunca había sentido por nadie. ¿Se estaba enamorando de Jeff? No, no podía. Él era un asesino, y Emilia sabía que no podía bajar la guardia ante alguien como él, pero…
Dejando la cordura a un lado, los sentimientos marcaban el camino que Emilia siempre seguía, sin ni siquiera cuestionárselo. La escritora se había aliado con Jeff Blalock, Jeff the Killer, su antiguo mejor amigo…
Demasiada carga para una mente como la de Emilia.
No era demasiado tarde (por lo menos no desde su punto de vista), pero aun así decidió acostarse y consultarlo con la almohada. Antes de cerrar sus ojos y entrar en el mundo de los sueños, la escritora susurró, preguntándose a sí misma:
– ¿Qué diablos me está pasando? ¿Me estoy enamorado de un asesino?
Mientras tanto, Jeff se paseaba por las oscuras calles de la ciudad, buscando una casa a la que entrar, alguien a quien atacar, sangre por derramar…
Se detuvo ante una casa. Entró en el jardín sigilosamente y alcanzó una de las ventanas escalando por una de las paredes exteriores del pequeño edificio. Con su cuchillo, hizo un pequeño agujero en la ventana para poder abrirla con menos dificultad. Jeff miró al niño que dormía en la cama de la habitación y susurró su frase favorita: Go to sleep.
Tras aquel leve susurro, el niño se despertó, pero murió antes de que le hubiese dado tiempo a gritar.
El día siguiente, el asesinato se había convertido en la noticia principal de los periódicos locales.

Niño asesinado
Tras haber matado varios niños, el asesino en serie, todavía desconocido, ha tomado otra víctima esta noche. El niño asesinado ha sido identificado con el nombre de Abraham E. Lindley, y las evidencias muestran que el sujeto había sido asesinado con un cuchillo de cocina.
Los detectives han declarado que el asesino se trata de un hombre asiático, tras haber analizado muestras de pelo del criminal, que es largo y negro. Sin embargo, el hermano gemelo del asesinado, asegura haber visto al asesino, y lo describe como “definitivamente, no asiático”.
Benjamin Lindley estaba durmiendo en su cama junto a Abraham, antes de que el incidente tuviese lugar en la habitación. Si Benjamin no se hubiese levantado para ir al baño, él probablemente habría corrido la misma suerte que su hermano. Al volver del aseo, Benjamín logró ver al asesino, escapando por la misma ventana por la que, supuestamente, había entrado. Lo describe como un hombre con la piel blanca y una gran sonrisa que parecía tallada en su rostro.
Los detectives han encontrado que esta descripción se ajusta Jeffrey Blalock. Si ha visto este hombre, por favor informe a su departamento de policía local.

– Jeff… – susurró Emilia tras haber leído el fragmento. – ¿Por cuánto tiempo piensas seguir haciendo esto?
– ¿Decías algo? – preguntó Adam, el hermano gemelo de la escritora.
– No nada. Gracias por venir, Adam.
– De nada.
Eran las 12 del mediodía, y Adam había acudido a casa de su hermana para solucionarle un pequeño problema. Al haber terminado, saltó de la escalera plegable sobre la cual se encontraba. Se secó las manos con un trapo viejo y miró a su hermana de nuevo.
– Llámame si vuelves a tener algún problema con las goteras – dijo Adam, con voz cansada. – Por cierto… ¿Vas progresando con tus historias?
– Créeme: inspiración no me ha faltado en estos últimos días.
Adam notó el hieratismo en la mirada vacía de su hermana, y se sintió obligado a preguntarle si había algo que le preocupaba, pero tan solo obtuvo como respuesta la típica frase que da más motivos por los que preocuparse:
– No es nada, de veras…

26 de diciembre / 8:43 pm

El pasado, tal vez el presente, pero nunca el futuro. Jeff solía pensar en el pasado como algo lejano e irrecuperable. A decir verdad, el asesino se había acostumbrado a enfrentarse al arrepentimiento y al dolor cada vez que recordaba lo que sucedió aquel día; la pelea que lo cambió todo.
Sus recuerdos sobre el pasado lo torturaban, y su visión del presente le desgarraba las entrañas. Sin embargo, el futuro le despreocupaba, pues se encontraba fuera de su alcance.
Jeff iba caminando por las calles de su antiguo vecindario. Se detuvo ante la que una vez fue su casa, observando el edificio con sus ojos de un azul semitransparente. Abrió la puerta (que en realidad había permanecido abierta desde el día en que asesinó a toda su familia) y entró sin dudarlo. Cuando ya estaba dentro, pudo observar claramente que nada había cambiado desde aquel lejano 23 de noviembre.
Jeff se permitió el lujo de abrir el minibar de su padre, y tomó una botella de vodka.
Maldita sea; aquel mismo licor que tanto daño le había causado dos años atrás, se había convertido en uno de sus mayores vicios.
Jeff se sentó en el sofá del salón, con la botella de vodka en la mano, bebiendo de ella como si fuese la última en todo el mundo. Lo único que deseaba en aquel momento, era eliminar todo el dolor que sentía, destruir el sufrimiento que, día a día, ocultaba tras su sonrisa sangrienta. Pero el alcohol no fue lo único que alejó a Jeff de la realidad…
Se dio cuenta, al levantar la cabeza, de que no estaba solo. Alguien más había entrado en su casa aprovechando su distracción. Jeff se levantó del sofá tambaleándose, y vio un chico arrastrándose por el suelo hacia él, con un cuchillo clavado en la espalda. De pronto, Emilia acudió tras aquel chico y lo apuñaló una segunda vez en el cuello, acabando con su vida. Jeff se acercó al cuerpo inerte del joven asesinado y lo levantó por el cuello de la chaqueta para poder ver su rostro claramente.
– ¡¿Keith?! – exclamó Jeff.
– Te ha estado siguiendo durante un buen rato. ¿No te habías dado cuenta?
– ¿Y tú? ¿Cómo lo has sabido? ¿De dónde vienes?
– No es necesario seguir explicándote nada.
Emilia lanzó el tercer cuchillo que guardaba en su bolsillo y se sentó en el sofá, cubriendo su rostro pálido con sus manos. Jeff observó el cadáver con los ojos como platos, mientras se dirigía al sofá para sentarse junto la escritora.
– ¿Qué se siente al matar a alguien? – preguntó Jeff, haciendo broma sobre lo que acababa de suceder.
– Tú lo sabes mejor que nadie. Yo… no quería… no quería que Keith te hiciese daño, Jeff.
– A veces es la sensación de querer proteger a alguien lo que te hace actuar como alguien que no eres realmente. Esa sensación poco a poco empieza a crecer, y… en poco tiempo te vuelve loco.
Emilia levantó la cabeza y miró a Jeff. El asesino pudo percibir el sufrimiento tras el rostro hierático de la escritora.
– No ha estado nada mal, teniendo en cuenta que es la primera vez que matas a alguien.
– ¡Acabo de matar a una persona, Jeff! ¿No te das cuenta? ¡He hecho algo horrible!
– Nah, paso de escucharte.
Jeff atrajo a Emilia hacia sí y la besó. Esta vez, la escritora no se apartó del asesino. Jeff separó sus labios de los de la joven pasados ya unos veinte segundos. Sí, sin lugar a dudas, ese era un caso evidente de amor entre psicópatas.
SanctusDeiRequiem
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Bestia Mitica
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