EC TISIA - Capítulo 10: RYUSSE (Viaje)

Nuestra huída nos llevó hasta un pueblo en ruinas. Divisé un cartel viejo y pasé mi mano por encima para quitar el polvo y ver el nombre del lugar en que nos encontrábamos. Se me congeló la sangre al ver que ya habíamos llegado a nuestro destino.
– Siance Dorn… – susurré. – ¡Blossom, hemos llegado a Siance Dorn!
– Sí… ¿Pero qué será de Eye y Loss?
– ¿Crees que estarán bien?
– Lo dudo… El Ar Tonelico de Frelia es muy poderoso.
– ¡Eye es todavía más poderosa! – grité yo. – ¡Eye puede vencer a todo aquel que se meta en su camino sin ni siquiera despeinarse!
– Crees demasiado en la fuerza de Eye – respondió Blossom.
– Eso es porque sé que puedo creer en ella.
Blossom no dijo nada más. El ex-soldado lelentino se limitó a caminar con paso firme hacia el pueblo en ruinas. Fue entonces cuando nos preguntamos lo que tarde o temprano nos tendríamos que preguntar…
– ¿Cómo se supone que vamos a encontrar el ieeya Implanta? – preguntó Blossom.
– Si Ciel estuviese aquí con nosotros… Eagle dijo que los syec faura eran muy útiles en situaciones como esta.
– No hay nada que podamos hacer, entonces.
– ¿Eso crees? ¡Observa, envied! – respondí yo.
Fue aquí cuando pude ver claramente que había aprendido mucho de Eye; empezaba a hablar como ella, a usar sus mismas palabras… y a cantar como una cantora de Reyvateil.
– Was ye ara chs leeya fhyu; wee ki ra chs wasara dor / En xest eazas yanyaue yor, xest 1x1101101001100110111000 >> syec mea /


Una leve luz azul iluminó el pueblo de Siance Dorn. A juzgar por el rostro de Blossom, deducí que estaba bastante impresionado.
– ¿Dónde has aprendido a usar los códigos binarios, niña? – preguntó impresionado.
– Eye me enseñó a usarlos. Aprendí mucho a su lado.
– No lo dudo – dijo Blossom riendo. – Acabo de ver a una cantora de Reyvateil lelentina… Creo que ya lo he visto todo; ya puedo morir en paz.




Eye, Loss y Ciel iban caminando por las calles más deterioradas de Rawla. No tardaron en ver que se estaban alejando demasiado del pueblo, y eso los intranquilizaba bastante, sobretodo a Eye.
– ¿Qué demonios estamos haciendo? – preguntó ella. – Esto no nos llevará a ninguna parte…
– Eye, no te rindas – dijo Loss, intentando animarla. – Los encontraremos y llegaremos a Siance Dorn sin problema alguno.
– Lo dudo mucho – respondió Eye.
Ciel dio una brusca media vuelta y se lanzó hacia Eye, atacándola. La joven utauokana cayó al suelo sin posibilidad de defenderse. Loss reaccionó y agarró al syec faura, alejándolo de Eye.
– ¿Estás bien, Eye? – preguntó Loss sobresaltado. – ¡Eye!
– ¡¿Se puede saber qué le pasa a este maldito felino?! – gritó ella, cubriéndose la herida que Ciel le había echo en el hombro.
– Creo que esa es su forma de decirte que no lo eches todo a perder precisamente ahora…
Eye caminó hacia el syec faura y lo miró con su único ojo visible.
– ¿Así solucionas tú las cosas, envied? – le dijo al Ciel.
El felino simplemente rugió, con una expresión llena de ira, cosa muy extraña tratándose de un animal.
Loss giró la cabeza y divisó una luz azul en el horizonte. Rozó la espalda de Eye para llamar su atención y señaló aquel leve resplandor.
– ¿Qué es eso? – preguntó Loss.
Antes de que ninguno de los dos pudiese decir nada más, Ciel corrió hacia esa luz sin dudarlo. Los utauokanos se apresuraron en seguirle.
A medida que se acercaban a la luz, una canción podía hacerse cada vez más audible. Eye escuchó atentamente la letra de esa canción…
– …en xest eazas yanyaue yor, xest 1x1101101001100110111000 >> syec mea /
– ¡Childhood! – gritó Eye.
Pude reconocer la voz de Eye llamándome. Fue entonces cuando detuve la canción y corrí hacia ella.
– ¡Eye! ¡Loss! ¡Ciel! ¿Estáis bien? – pregunté aliviada. – ¿Eye, qué te ha pasado en el hombro?
– Pregúntaselo a tu queridísimo syec faura – respondió la utauokana, esbozando su típica media sonrisa.
– ¿Qué te ha hecho? – preguntó Blossom.
– Nada, olvidadlo – dijo Eye, mirando intranquila a su alrededor. – ¿Qué lugar es este?
– Siance Dorn – respondí yo sin andarme por las ramas. – Hemos llegado a nuestro destino.


Tras varias horas caminando, Eye divisó una figura humana al horizonte. No dudó demasiado en correr hacia ella hasta que fue capaz de reconocerla…
– ¡Eolia! – gritó Eye. – ¿Qué estas haciendo aquí?
Esa tal Eolia no dijo nada. Simplemente señaló en el suelo un brote seco.
– No puede ser… ¿Eso no será…? – preguntó Eye con lágrimas a punto de caer de sus ojos.
– Ese brote muerto es lo que hasta ahora habéis llamado ieeya Implanta – aclaró Eolia.
Loss, Blossom y yo corrimos hacia Eye y Eolia y observamos aquel brote sin vida que tanto disgustaba a ambas. Miré a la joven de pelo malva algo extrañada…
– ¿Quién eres tú? – le pregunté a Eolia.
– Mi nombre es Eolia. Yo controlo el segundo Ar Tonelico, el que se encuentra en Utau Oka.
– Espera… ¿Quién está controlando la torre ahora? – preguntó Loss sobresaltado.
– Ar Tonelico ya ha sido destruido. Ahora solo la torre de Tilia sigue en pie – susurró Eolia.
– ¿Qué haces aquí, Eolia? – pregunté yo.
– Os estábamos esperando – respondió la utauokana de pelo malva, de un modo un tanto siniestro.
– ¿Qué quieres decir? – preguntó Eye, asustada.
De pronto un grupo de soldados nos rodearon. Eolia simplemente se limitó a mirarnos con una expresión triste.
– Lo siento, DeCloche… No podía responderles de otro modo – susurró Eolia tristemente.
– Deggeez! – gritó Eye con lágrimas en sus ojos. – ¿Cómo has sido capaz de fallarle a tu propio pueblo?


Eye, Loss, Blossom y yo habíamos llegado al fin de nuestro viaje, buscando algo que después de todo, nunca existió realmente. Fuimos capturados y llevados a un campo de concentración en Nikkira.



Un soldado se acercó a otro y le preguntó lo siguiente:
– ¿Qué ha sido del syec faura?
Aquel soldado de mirada rasgada respondió con firmeza:
– No se preocupe. Ya está muerto.
– ¡Envied! – gritó Eye desde su celda.
– No importa cuanto me insultes, DeCloche – respondió el soldado riéndose de ella. – En pocos días serás solo cenizas.