Seishinkai - Capítulo 5: Entre llamas.

-¡Shoji! ¡No te mueras! ¡No soy nada sin ti! ¡Shoji!- grita una mujer.
Son las cuatro de la mañana. Akira está durmiendo plácidamente. Una baba cae de su boca hasta que esta toca la almohada. Akira da unas cuantas vueltas en su futón para evitar que la luz solar le dé en su cara. Mikoto está en la cocina. Viste una blusa blanca y una minifalda gris y para no mancharse, por encima lleva un delantal de su serie favorita, Kuroi no Namida (Lágrimas negras). Está preparando el desayuno para Akira, un cuenco de sopa con cebolleta y puerro, un cuenco de arroz y un plato de pescado frito. Mikoto lleva los cuencos y el plato a la sal de estar y vuelve a la cocina a por el té chino que estaba preparando para Akira. Mikoto coge el té y lo lleva a la mesa, pero Mikoto no se da cuenta de que en medio hay unas revistas de moda y tropieza. El té se derrama por el suelo. Akira se despierta por el ruido. Akira entra en la sala de estar y se rasca la cabeza. Mikoto lo mira con dulzura.
-Buenos días- dice Mikoto con una sonrisa- ¡Oh! Veo que tienes la costumbre de dormirte con el traje- exclama.
-Es por ahorrar tiempo- explica Akira.
-Ya, ya y por si hay un incendio, para que no te vean en pijama- dice Mikoto bufándose de Akira- ¿Tienes vergüenza?- pregunta.
-Déjalo- se designa Akira- Bueno, voy a desayunar- añade.
Akira se sienta en un cojín.
-Buen provecho- dice Akira cogiendo los palillos.
Mikoto se dirige a la cocina. Akira empieza por la sopa. Después se come el arroz y por último se come el pescado. Akira solo tarda un minuto en comerse el desayuno. Mikoto entra en la sala pero esta vez sin su delantal.
-Gracias por la comida- dice Akira dejando los palillos encima de los cuencos.
-¿Nos vamos?- pregunta Mikoto cogiendo su bolso- No olvides las fiambreras- le reacuerda a Akira.
Akira coge la bolsa con las fiambreras y sale a la calle con Mikoto. Akira y Mikoto pasan por diversas calles comerciales hasta llegar a la estación.
-¿Hoy vamos en metro?- pregunta extrañada Mikoto.
-Hay que cambiar las rutinas, por ejemplo, hoy dormiré en pijama- explica Akira.
Akira saca de su bolsillo un pase del metro y lo utiliza para pasar las barreras. Después, le da el pase a Mikoto y esta pasa.
-¡Rápido! ¡Está apunto de salir!- exclama Akira.
Akira y Mikoto empizan a correr con la esperanza de tomar a tiempo el metro. En un último esfuerzo Akira da una zancada y tira del brazo de Mikoto. Akira y Mikoto logran entrar antes de que las puertas se cerrasen. Akira se agarra a una barra. Mikoto lo mira.
-Akira, tenemos un problema- susurra Mikoto.
-¿De qué se trata?- pregunta Akira.
-Las puertas me han pillado el zapato- dice Mikoto.
-Aguanta un poco, pronto nos bajaremos- la consuela Akira.
Mikoto espera tranquila intentando sacar su zapato. El megáfono anuncia la próxima parada. Akira se acerca a Mikoto.
-Nos bajamos- dice Akira.
Las puertas se abren. Mikoto intenta salir, pero una oleada de hombres, mujeres y niños la embisten y la sacan del vagón. Akira intenta alcanzarla.
-¿Estas bien?- pregunta Akira mientras levanta del suelo a Mikoto.
Mikoto, abatida, no contesta. Mikoto se pone de pie.
-No quiero volver en metro- advierte Mikoto enfadada.
Mikoto se aleja con rapidez y Akira va tras ella. Akira la atrapa y la coge de la mano.
-Simplemente has tenido mala suerte- dice Akira sonriendo.
Mikoto le devuelve la sonrisa. Akira y Mikoto salen de la estación de metro y se direjen a las clínica psicológica de Akira. Allí, Akira sigue la rutina de siempre, abre todas las puertas, entra en su despacho y se sienta en su escritorio. Mikoto está sentada en la recepción, mirando revistas de moda y enviando mensajes de texto por su teléfono móvil. Los pacientes no tardan en venir. Mikoto ve como una mujer entra por la puerta. Tiene la cara manchada de azufre, al igual que sus ropas y parece presentar quemaduras por su cuerpo. La mujer entra a la recepción tímidamente y se acerca a Mikoto.
-¿Tiene cita?- pregunta Mikoto intentando ser amable.
La mujer niega con la cabeza. Mikoto se levanta y acompaña a la mujer al despacho de Akira. La mujer la sigue y observa su alrededor con atención. Mikoto llama a la puerta del despacho.
-Puedes pasar- dice Akira desde el otro lado de la puerta.
Mikoto abre la puerta del despacho y da un pequeño empujón a la mujer para darla ánimo e incitarla a que pasara sin temor. La mujer se cae al suelo debido al pequeño empujón que Mikoto la había dado. La mujer empieza a llorar como si se tratara de un niño pequeño.
-Lo siento... Yo no quería...- dice Mikoto alejándose.
Akira se aproxima a la mujer y la ayuda a levantarse del suelo. Al hacerlo, Akira puede obserbar que la mujer presenta algunas quemaduras.
-Puedes tumbarte ahí- dice Akira señalando el diván.
Akira acompaña a la mujer al diván y esta se tumba.
-Bueno, ¿me dice su nombre?- pregunta Akira mientras coge una de sus carpetas.
La mujer lo mira.
-Me llamo Tori Jinka- responde con voz tímida.
Akira lo anota el la carpeta.
-Esto es una pregunta indiscreta- dice Akira- ¿Has sufrido algún accidente últimamente?- añade.
Tori se lleva la mano a la boca.
-¿Cómo lo sabe?- dice de una forma casi inaudible.
Akira anota en su capeta: “Ha sufrido un accidente o es propensa a sufrirlos”.
-Verá, he podido ver que tiene algunas quemaduras y la cara un poco sucia debido a azufre o a humo de una explosión- dice Akira.
Tori baja la mirada.
-¿No lo ha oído en las noticias?- pregunta Tori con un hilo de voz.
-Déjeme pensar...- dice Akira mientras busca en su memoria.
El despacho se queda en silencio.
-”No será...”- piensa Akira- “La explosión de la gasolinera de hace dos”- añade.
Tori mira a Akira esperando una respuesta.
-La verdad, es que no sé, no me acuerdo- dice Akira rascándose la cabeza.
-Entonces, sino tengo más remedio, se lo contaré- dice Tori con la mano en la boca.
Tori toca aire y cierra los ojos. Ahora los abre y expulsa el aire.
-Todo sucedió hace dos días, aproximadamente a las doce de la noche. Yo estaba en la gasolinera con mi difunto novio- cuenta Tori con la mirada baja.
-Lo siento mucho- dice Akira apuntando en la carpeta: “Defunción del novio”.
-No pasa nada, son cosas que pasan- contesta Tori- Él y yo nos disponíamos a repostar la gasolina del coche. Verá, hicimos un viaje a Kioto y no teníamos casi gasolina así que decidimos echar más. Con mala, no topamos con un camionero borracho, el culpable de tal tragedia. El camionero se bajó de su vehículo y encendió un puro. Mi querido Shoji, como buen ciudadano, le llamo la atención. El camionero lo ignoró totalmente y en vez de apagar el puro, la prendió fuego a su ropa con el encendedor. Mi querido Shoji ardía ante mis propios ojos. Yo estaba paralizada. Despúes, el camionero empezó a echarle gasolina a mi novio y las llamas lo consumieron. Y para terminar, la gasolinera explotó, empujándome hacia atrás y provocando me quemaduras y manchas. Por mi parte, intenté sacar a mi querido Shoji, pero las llamas eran muy intensas y él ya estaba totalmente calcinado- relata Tori aguantándose la lágrimas.
Akira termina de escribir: “Horrorosa muerte de su ser querido presenciada ante sus ojos. Posible odio hacia el camionero. ¿Temor a las gasolineras?”.
-Y bien, ¿qué debo hacer?- pregunta Tori.
-Desde mi punto de vista, debería rehacer su vida, no estancarse en el pasado y olvidar este duro tramo- dice Akira.
El despacho se queda en un silencio incómodo.
-¡NO! ¡NUNCA OLVIDARÉ A MI SHOJI! ¡JAMÁS!- grita Tori llorando- ¡TIENE QUE HABER OTRA OPICIÓN! ¡ME NIEGO A OLVIDAR A MI SHOJI!- replica.
El despacho se vuelve a quedar en silencio.
-Si usted así lo quiere, suicide se- dice Akira con naturalidad.
El despacho se queda, otra vez, en silencio, pero este es más incómodo aún. Tori se marcha corriendo. Akira saca un antidepresivo de su bolsillo y se lo toma. Tori llega a la recepción.
-Adiós- dice Mikoto sonriendo.
Tori no la devuelve la despedida, simplemente se marcha corriendo. Tori cruza calles, cruces y plazas hasta llegar al rascacielos donde trabajaba su novio. Tori entra y sube las escaleras. Tori llega a la azotea del rascacielo.
-”¿Olvidar a mi Shoji? ¡Nunca! Antes prefiero la muerte”- piensa Tori.
Tori toma carrerilla y se lanza al vacío.
-¡Ahora estaremos siempre juntos, Shoji!- exclama Tori con lágrimas en los ojos.