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Mensaje por Maseru Vie Jul 20, 2012 10:42 pm

Opening El Dios de la Luna Negra




Había pasado una semana de las pruebas, las fiestas se habían alargado toda esa semana por toda la ciudad había las hogueras de ascuanegra, los ríos de alcohol, el coro de risas y cánticos, eran tiempos de celebración para todo el mundo… aunque para Alanna no lo eran demasiado. Ella se había convertido en una Hija del Sol pero su hermano… no solo había fallado, había defraudado a su padre y había sido humillado delante de todo el mundo, los daños físicos eran una multitud de cortes realizados por el rival y varias costillas rotas obra de la primera y única patada que le dio su padre, aunque no fue tan grave como el daño psicológico que debía haber sufrido. Se había encerrado en su cuarto, se negaba a dejar pasar incluso a los médicos, ni a su hermana le permitía el paso y la impotencia y el dolor la invadían, incluso le parecía sentir parte de la rabia de su hermano, su padre por su parte no se había vuelto a preocupar por él, cuando le habían comentado sobre su hijo simplemente respondió que el príncipe hiciera lo que quisiera. Alanna se miró a aquel espejo, el vestido le quedaba bien o al menos eso le habían dicho las sirvientas que la habían ayudado a vestirse. Se arregló el pelo frente al espejo mientras revisaba una y otra vez el conjunto, odiaba ese tipo de vestidos de fiesta… mejor dicho, odiaba ese tipo de fiestas. Era el último día que se celebraba y ya había tenido que asistir a un par de fiestas más, pero se había querido ir temprano pero aquella noche era especial, por tradición todos los Hijos del Sol se quedaban despiertos hasta que el sol apareciese por el horizonte… esa tradición solo iba a conseguir que Alanna tuviera que aguantar una noche de aburrimiento que se le haría eterna. Se terminó de arreglar un par de detalles y salió de su habitación, al hacerlo se quedo mirando la puerta de su hermano, siempre habían estado juntos, incluso sus habitaciones lo estaban, se vio tentada de llamar a la puerta pero se resistió, su hermano le había gritado la última vez que lo hizo, no soportaba que le gritaran. Sin más se alejó a pasos lentos de aquel lugar.



Aldair escucho como los pasos de su hermana se alejaban, su aspecto era desastroso, estaba tendido en la cama con todo el torso vendado, olía realmente mal y unos pocos pelos de barba revelaban ese descuido sobre el afeitado. Una sombra al lado de la cama lo observaba en silencio, aquel príncipe había caído en la desgracia de su propia inutilidad.

-Que bajo ha caído la sangre real-Dijo la sombra con un tono burlón en sus palabras

Aldair giro la cabeza hacia el, sus ojos daban miedo, como si hubiera perdido todo vestigio de cordura y los cabellos negros pegados a la cara por el sudor no le daban mejor aspecto.

-¡Callate! ¡Márchate antes de que llame a la guardia y te echen de aquí!

-¿La guardia? Reafirmo lo dicho antes, un verdadero príncipe me haría salir el mismo de sus aposentos-La risa de aquel hombre resonó en la habitación pero antes de que Aldair dijera nada volvió a hablar-Pero soy un hombre al que no le gusta ver a la gente tan mal… te ofrezco ayuda.

-¿Ayuda? ¿Qué tipo de ayuda?

-Te ofrezco la entrada a los Hijos del Sol, te ofrezco el anima.

El interés de Aldair se apagó tan rápido como se había encendido. Alzó el torso de la cama mientras su rostro se transformaba en una horrible mueca de furia, el no necesitaba ningún anima de nadie.

-¡No necesito tu anima, yo ya tengo uno, solo debo despertarlo y cuando lo haga mi padre sabrá lo que valgo!

-No me he explicado bien-Se excuso la sombra con una sonrisa-Yo solo te ofrezco una ayuda para despertar tu anima, una forma de acelerar el proceso de despertarlo.

Aldair se volvió a recostar, su ira se apagaba y se sustituía de nuevo por un interés enorme.

-Te ofrezco la forma de que le muestres al mundo tu poder, un poder con el que todo el mundo te respetara y temerá, incluso tu padre temblara frente a ti, Victaerus sería tuyo.

El silencio se alargó por varios minutos, Aldair se lo pensaba detenidamente, la tentativa de un poder tan inmenso le atraía en sobremanera, callaría las voces que decían que el carecía de un buen anima para ser un Hijo del Sol, les mostraría a todos que el sería el nuevo rey de Victaerus.

-Acepto lo que me ofreces, pero si intentas algo raro… te matare.

-No se me ocurriría alteza-Dijo la sombra mientras hacía una reverencia-Ahora tenga paciencia, le dolerá un poco al principio.



Alanna descendió tomada de la mano de su padre que la observaba con un brillo de felicidad y admiración en los ojos. Alanna le sonrió y su padre le devolvió la sonrisa, al aparecer en la sala todos los presentes realizaron una reverencia a los miembros de la familia real que entraban en aquel instante. La velada y la noche fue larga, la cena fue pesada ya que debía aguantar para toda la noche, comió, charlo con personas de asuntos que no le interesaban en absoluto, se rió cuando unos cómicos hicieron un espectáculo para entretenerlos y cuando terminó el banquete siguió cogida a su padre hasta otra habitación provista para que fuera un lugar donde se pudiera bailar o charlar. Y allí estaba, junto a su padre de nuevo, sin poder quitarse a su hermano de la cabeza y simplemente asintiendo y sonriendo a lo que las otras personas le decían sin saber muy bien lo que estaban comentando, solo fue hasta cierto momento de la noche en el que comenzó a prestar atención. Un chico mayor que ella se subió al escenario y la banda que animaba la noche dejo de tocar mientras le hacían un espacio a aquel joven. Alanna recordaba haber visto a aquel chico en alguna parte, fue por eso que le llamo la atención. No era excesivamente alto, de piel blanca como la nieve y cabellos negros como el ébano, los tenía relativamente largos, le llegaba un poco más bajo que los hombros pero en aquel momento una goma se los recogía en una coleta, el flequillo le caía largo por la cara ocultándole parcialmente los ojos de los cuales no pudo distinguir muy bien el color porque en seguida los cerró. El joven extrajo de una funda un violín y tomó asiento en una silla que otro de los músicos le llevo, tardo un poco en empezar a tocar pero finalmente con un movimiento de cabeza para apartarse los cabellos de la cara inició su actuación. El sonido era lento, fluía como el agua al igual que el cuerpo del chico que se acompasaba a las notas y movimientos del violin, como si el mundo hubiera contenido la respiración todo lo que se escuchaba era la música, Alanna no había visto jamás a nadie tocar tan bien ningún instrumento, la melodía mas bonita que había escuchado jamás. Terminó tras varios minutos tocando y el inminente silencio se convirtió en una oleada de aplausos al joven músico que hizo una reverencia y dejo el lugar para que los otros músicos siguieran tocando. Los pasos del chico pasaron al grupo y el rey se salió de este para interceptar a aquel chico, Alanna por pura curiosidad siguió al rey, el chico nada más ver su movimiento se detuvo y se giro hacia ellos, Alanna se fijo que era más guapo de lo que le había resultado en un inicio.

-Ha sido una magnífica interpretación Kael, eres un músico brillante-Dijo el rey

-Gracias alteza, sus palabras significan mucho para mí-Respondió mientras realizaba una profunda reverencia.

-Alanna, este es Kael, creo que ya lo conoces.

-Princesa-Dijo Kael mientras volvía a realizar una reverencia ahora dedicada a Alanna

Alanna cayó en la cuenta cuando el chico se irguió y pudo ver sus ojos, de un color rojo intenso que parecían brillar con luz propia, aquel chico había sido pupilo de su padre cuando era pequeño y había vivido en palacio durante unos años. Kael Redeyes era una leyenda incluso entre los propios Hijos del Sol, despertó su anima con solo diez años y a estas alturas era posiblemente el guerrero más fuerte del reino sin contar con su padre pero aquel chico solo tenía diecinueve años recién cumplidos mientras que su padre ya sobrepasaba los sesenta, su padre había hablado alguna vez de él y había mencionado de que se alegraba de que ese chico no aspirase al trono. Alanna respondió rápidamente al gesto de aquel chico y ella hizo lo propio.

-Princesa… si nos disculpas, habría algo que me gustaría hablar con el rey.

-Claro, os dejo a solas-Respondió Alanna mientras se alejaba de los dos hombres.



Kael observó como la princesa se alejaba con aquel precioso vestido y se volvía a ocultar entre la gente, sus ojos rojos no se movieron aunque ella ya hubiera desaparecido de su vista, su rostro permaneció serio e imperturbable como en el momento en el que había subido al escenario, luego sin más se giro hacia quien fue su maestro en un tiempo.

-¿Para que me llamó de vuelta a Victaerus Alteza?

El rey le hizo un gesto para que caminaran lejos de la gente y ambos salieron a los pasillos de palacio, silenciosos y vacíos, el rey permaneció un buen rato en silencio hasta que por fin se decidió a hablar, su voz parecía cargada de pena.

-Las sombras llevan apareciendo desde que Alanna despertó su anima… puedo sentirlas… el número aumenta, te necesito.

-Solo dígame que debo hacer y su orden se cumplirá

-Debes… erradicar las sombras, no importa que sean niños o ancianos debes erradicarlas a toda costa y si alguien intenta interponerse… mátalos a ellos también, solo se discreto, que nadie te relacione con la corona-Kael asintió con levedad mientras se disponía a marchar pero el rey dijo algo más-Por cierto… quiero que a partir de ahora siempre que yo no este con ella vayas con Alanna a todos lados… ella es el sol que alimenta las sombras de Victaerus… si las sombras aumentan demasiado… ya sabes lo que tienes que hacer.

Kael asintió de nuevo mientras desaparecía en la oscuridad de uno de los pasillos. El rey se quedó solo, sumido en sus pensamientos, el había entrenado a Kael precisamente para esa tarea, la cumpliría a la perfección. Se dio media vuelta y caminó de nuevo hacia la fiesta, quedaban pocas horas para el salir del sol y el rey necesitaba estar presente obligatoriamente, debía volver con su querida hija.



-¡Aaaaah, duele!

Ken se quejaba en el mínimo volumen que podía para aguantar el dolor. El médico que le observo la herida comprobó que el hueso estaba dañado lo que significó que jamás podría volver a usar el brazo para ninguna situación y que el esfuerzo físico haría que la herida le doliera, el príncipe lo había convertido en un inútil.

-Tranquilo, el dolor remitirá en seguida, ya verás, pronto te sentirás más fuerte.

Entonces llegó ese hombre misterioso y le prometió recuperar el brazo y tener un anima más poderoso que el del propio príncipe, cualquier cosa era mejor que ser un desgraciado, incluso arriesgarse con un desconocido. Sus ojos descendieron para observar como alrededor de la herida se formaban varias líneas de colores negros formando lo que parecía ser unos círculos, finalmente dejaron de aparecer y Ken cayó inconsciente. El hombre misterioso observó el cuerpo inerte del chico y esbozó una sonrisa, aquel chico sería poderoso sin lugar a dudas, solo había que vigilar su crecimiento.


“Y con el nuevo amanecer, las sombras aparecerán, donde hay luz debe haber oscuridad pero donde las sombras gobiernan jamás existirá la luz”

Fragmento de la profecía de la Luna Negra

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En fin este capitulo me ha aprecido bastante flojo pero mi inspiracion no daba para mas, espero que os guste ^^ Agregue un opening y todo, disfrutenlo y decidme si le queda bien xDDD
Maseru
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