Diario... Querido diario - Capítulo 1: 20 de octubre

Estoy tumbado en mi cama. Visto con el uniforme del instituto, compuesto por una chaqueta y un pantalón negros. Mi cuarto está ordenado y casi a oscuras. Mi habitación es un lugar sencillo. Si tuviera que hacer una pequeña descripción de mi cuarto, destacaría tres elementos esenciales, mi cama, situada en el fondo de la habitación, compuesta por un sábana, una manta y una colcha de color grisáceo y de sus características principales destacan su mullidez y comodidad; un armario de puertas correderas, donde guardo mi escasa ropa; y un escritorio, en el que hay un ordenador, un televisor y, esparcidos por toda su superficie, cuadernos y libros del instituto. Dirijo mi mirada al escritorio por un momento y me percato de la presencia de aquel cuaderno que me encontré cuando volvía a casa. Retiro mi mirada del escritorio y la elevo hacia arriba.
Me encontré ese cuaderno mientras volvía casa, precisamente en mi lugar preferido, el jardín de los cerezos. El jardín de los cerezos, como su nombre indica, es un sitio repleto de estos árboles. Me encanta ver los cerezos en flor en primavera, pero en otoño e invierno me deprime verlos, por sus ramas desnudas y semimarchitas. El cuaderno estaba bajo el gran árbol del centro, custodiado por sus raíces. No soy un chico curioso y mucho menos que toma “basura” de la calle, pero con este cuaderno fue distinto, me resultaba familiar, como si lo hubiera visto antes.
Me levanto de la cama y voy al escritorio. Me siento y tomo el cuaderno que me encontré. Inspecciono sus tapas. Son de un color sepia estropeado y están desgarradas. Tienen un tacto frío y áspero. Lo abro para mirar su contenido. La primera página está en blanco, así que paso a la página siguiente, pero antes, me fijo que en el final de la hoja. Parece haber algo escrito. La letra es muy pequeña, por lo tanto, cojo una lupa y la paso por encima del papel. Leo en voz baja lo que pone:
-”Vuelve a dejar el cuaderno donde lo encontraste mañana entre las 6:00 y las 6:30 am. Firmado:

-”Esto debe ser una broma”- pienso.
Dejo la lupa en su sitio y paso a la siguiente hoja La primera cara de la página está enteramente llena de escrito.
-”Querido diario...”- leo las dos primeras palabras del encabezado- 20 de octubre [10:30 am] Me encuentro ante un almacén aparentemente abandonado. Las ratas dominan el lugar. Las puertas del almacén son de acero, teñidas por una pintura verde botella. Abro la puerta y produce un chirrido desagradable. Veo una silueta. Camino lentamente hacia la silueta. Mis pisadas resuenan en todo el lugar. Llego hasta la silueta. Allí está, atada a una silla y amordazada. Sudando como una cerda, lo que es. La mujer, de aproximadamente 26 años, está aterrorizada y gira su cara para que no la mire. La tomo por la barbilla y la miro fijamente. Pego mi frente con la suya, como si fuera a darla un beso. Sonrío. Ella intenta girar la cara. La suelto. Cojo una rata. Le quito la venda de la boca y le meto la rata en la boca. Le vuelvo a vendar la boca. La mujer llora. Nota como la rata camino sobre su lengua. Me acerco por detrás. La mujer no gira su cabeza. Las lágrimas siguen brotando de sus ojos. Pongo mi barbilla en su hombre, intentando consolarla. En un momento de despiste de la mujer, le arranco su cabellera de cuajo. La mujer llora aún más que antes. Saco de mis bolsillos unos clavos oxidados. Tomo las manos de la mujer y se los clavo. Después, me arrodillo y hago lo mismo con sus pies y sus rodillas, y por último en sus genitales. La sangre baja lentamente y es absorbida por sus ropas. Le desvendo la boca y le saco la rata. En el acto, vomita. SE siente humillada. La mujer grita pidiendo auxilio, pero le tapo la boca. Cojo un bisturí y le corto la lengua. Vuelvo a sacar más clavos y se los clavo en los brazos y a lo largo del esternón. Me sobran tres clavos. ¿Dónde se los pongo? Dos se los atravieso por sus pómulos llegando a tocar sus globos oculares. Por terminar, el último clavo se lo estaco en la frente. Lamo la sangre que le brota de la herida de la cabeza. A la mujer se le ponen los ojos en blanco y da los últimos ataque de muerte. La mujer muere.”
-”No puede ser”- pienso- “Una persona que ha matado a otra. Esto es inmoral”- añado.
Me fijo que al final hay un texto.
“Loco será bendito si ríe.
Sensato será si quiere.
Todos somo sensatos o alocados.
Don de la naturaleza aparece.
Sombra triste de la intemperie.
Breve instante en el que muere.
Tiempo maldito en el que sonríe".
Cierro el bruscamente y me levanto del escritorio. Me dirijo a mi cama y me tumbo.
-”¿Qué querrá decir con esto? Pero, ¿quién?”- me pregunto.

Bueno como ayer me dedique a leer un poco le di una oportunidad a este capítulo... Una historia muy llamativa y para ser Gore se adapta muy bien al tipo de narración, realmente logra que el lector se imagine a una persona relatando sus crímenes en un pequeño diario, esperaré como continua ya que falta mucho que descubrir y me gustan las historias que pueden dar una vía para imaginar como continuará desarrollándose... Suerte con la historia... Mata aou

q miedito. neko no dormira hoy 0.0 nya